Pues que os voy a contar, que se me había pasado pasarme por aquí. Qué la vida fluye y ya soy autónomo. En mi caso particular primero creamos la empresa, pero no me he dado de alta hasta que «de verdad» hemos tenido que hacer cosas serias (no sé si esto se puede decir así).
Al final de darle muchas vueltas y puesto que los proyectos que estoy afrontando no requieren de una gran inversión he decidido que voy a capitalizar el resto de mi prestación para pagar las cuotas de las Seguridad Social.
Ahí es donde me sube el vértigo. Haga o no haga, venda o no venda 230 euros y dada mi edad, si no quiero destrozar mi pensión, ya puedo incrementar dicha cantidad o seré uno de esos autónomos que por pagar el mínimo me quejaré de la «m…» de pensión que me queda.
Cuando era pequeño, pasaba los veranos y casi todos los fines de semana en un pueblo llamado Cerceda. En realidad los pasaba en la Urbanización Sol Y Nieve, especialmente los veranos ya que mi «urba» tenía una piscina que era la envidia de todos, una enorme piscina pero donde además destacaba un enorme trampolín.
Entre los ritos iniciaticos de la tribu de Sol y Nieve estaba la edad y forma a la que te tirabas del trampolín más alto. A mi NO me gustaba tirarme del trampolín. Lo hice porque había que hacerlo. Y cada vez que lo hacía cerraba los ojos y sufría esa extraña sensación en el estomago que tienes durante ese cortisimo espacio de tiempo que tardas en caer.
Corto pero desagradable, así cada vez que me tocó, por un motivo o por otro hacerlo. No me gusta esa sensación y me da igual que sea en un trampolín, en un tobogán o en una montaña rusa. Si tengo que hacerlo, como me pasó al llevar a mis hijos a Eurodisney lo hago, pero cuando se lo expliqué a mi hijo me preguntó
«¿Y si no te gusta porque te has montado?»
Me salió del alma
«Jaime me he montado porque te quiero mucho y tu te lo has pasado muy bien».
Pues aquí estoy, con esta sensación en el estómago que NO me gusta nada, pero aquí no voy a poner a nadie como motivo, nadie me empuja, nadie me va a salvar, ni la sirena del tio vivo, ni el impacto del agua de la piscina, aquí solo vale acostumbrarse y disfrutarlo.
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