20N yo soy español

Me siento a escribir temprano pero después de un buen rato dando vueltas por la casa, y al ir a elegir mi vestimenta de hoy, día de comida con amigos en La Trastienda, y de pasarme la mañana entrefogones para descansar mi cabeza de entretrabajos, me he ido a por uno de mis polos de rugby. En este caso a por la camiseta de los wallabies (es asi como se llama al equipo de nacional de Rugby de Australia) que compré durante mi luna de miel y que luego pasé orgulloso por la tierra de los All Blacks (Nueva Zelanda) hasta que una inmigrante Aussie me aplaudió por valiente al entrar en su tienda que para los que no lo sepáis es como pasear por Barcelona con la camiseta del Real Madrid o Viceversa (valiente 0, en este caso pura insensatez que produce estar lejos de tu contexto).

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La mía es parecida pero sin el logo de Vodafone, vamos algo discretito y ponible para ir de domingo, con el chandal y los tacones, informal pero arreglaoooo…

Así que, como no tengo en casa, a nadie despierto para hacerme preguntas, me he preguntado a mi mismo ¿Pero donde vas con estas pintas de mamarracho??? (Esto es lo que pienso, salvo que sea para ir al campo de futbol, cuando veo a alguien por la calle con una camiseta de su equipo de futbol o de la selección española).

El caso es que yo no solo tengo el polo de Australia y de Nueva Zelanda porque fue en mi luna de miel, sino que tengo a toda la familia con la de Irlanda de cuando estuvimos en la boda de Gonz y Emma (eso si fue una convención de la ONU y no la cumbre del clima), digo de Irlanda pero también de Inglaterra y del equipo de Weston Super Mare (ahí empezó todo).

El caso es que hoy es 20N y supongo que esta fecha tiene algo (o mucho) que ver con la timidez con la que algunos sentimos nuestros símbolos, cuando no abierto rechazo.

Por si algún lector es demasiado joven o no ha caido, el 20N algunos españoles conmemaran (aunque creo que no muchos) y otros celebran que se muriera el general Francisco Franco Bahamonde y un tal Jose Antonio Primo de Rivera.

Como en casi todas las familias españolas, tengo grabadas en mi alma historias narradas una y mil veces por mis abuelas. Historias terribles de gente horrible y cainita y maravillosas historias de heroes cotidianos que salvando la vida por encima de su ideología nos salvan un poco a todos los seres humanos.

Como en tantas otras cosas tengo dudas y contradicciones, por un lado veo claramente que en las naciones más avanzadas, el orgullo de pertenencia y el respeto por los símbolos que los unen son una parte importante de su cultura, pero no puedo evitar sentir repelús y recordar numerosos ejemplos en los que los sinvergüenzas se envuelven en la bandera (sea la que sea) para mejor cometer sus tropelías.

La misma contradicción que me lleva a quedarme admirado ante un muletazo de Rafael de Paula o una faena de Morante y mi mente racional que la belleza no justifica la barbarie del maltrato animal extremo y aplaudido por las masas festivas y alcoholizadas de muchas fiestas.

Pero es domingo, tengo una comida que preparar para un grupo de amigos así que no puedo evitar ver el lado bueno de las cosas, que muchas veces se ven con más claridad cuando te las muestra otro, en este caso un extraordinario otro que sentía un profundo cariño por España.

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