Supongo que todos mis avezados lectores conoceréis el famoso experimento de los niños torturados a aguantar sin comer un caramelo con la esperanza de conseguir más caramelos si resistían la tentación.
Esta particular forma de maltrato infantil se inicio en los 60 (ahora seguro que estaban en la carcel 😉 en la Universidad de Stanford y es conocido como el experimento de Marshmallow.
Pues bien, yo probablemente no me hubiera comido ni un caramelo, ni los tres de la promesa, pero por el simple hecho de que no me gustan los caramelos, sin embargo en cualquier otro experimento de aplazamiento de la recompensa mi predictor se hubiera puesto azul.
Entre la largas clases de Análisis en la facultada de Físicas de la complu y un retoce en el campus elegí retozar, claro que con esas elecciones, el retozar se va acabar ocurrió rápido.
Así que esta mañana, que tengo que dar clase en el Think-TIC, veía la lista de cursos… como si fueran tartas deliciosas, brillantes, llenas de chocolate unas, de fruta glaseada otras, todas diciendo «comeme a mí» «son solo unas calorías» (y todo esto en ayunas).
Pues para mí mejor que las tartas son los cursos interesantes «Hacking Ético», «Sharepoint», «Prince 2» y me dicen «serán solo unas horitas» «aprenderás mucho» «harás buenos contactos» pero por suerte ya no tengo 19 años, ni tengo las hormonas retozantes en Guadalajara o Moralzarzal
La tentación es divertida pero mi objetivo no es acumular certificados de asistencia ni ser el mas titulado al sur del Ebro (ni al sur, ni al norte). Tampoco tengo todavía claro cual es mi objetivo, pero sé que no es ese, así que resitiré la tentación, cursos bien escogidos, fuera tartas y desayuno saludable.
Que la fuerza o el reverso tenebroso os acompañe!!!
Deja una respuesta